Habia una vez (o erase que se era, como quiera que comienza el cuento) un muchacho mexicano que viajo a Canada. Al llegar alla se dio cuenta que era muy facil y muy barato conseguir LSD, a diferencia del defectuoso, ciudad donde era muy caro, asi que se puso a hacer cuentas y calculo que llevandose una plantilla de acidos (unas 100 dosis mas o menos) podia regresar a su pueblito polanco y ganar suficiente dinero para que su viaje le saliera gratis.
El joven entonces compro sus acitrones, se subio al avion y para que no lo revisaran se pego la planilla a las costillas con diurex.
Nadie supo nada de el por varios dias
Un dia un amigo suyo se lo encontro en un mercado. Estaba acostado junto a los montones de 4 melones que la gente apila para vender . Cuando lo saludoaron y le preguntaron que como estaba, contesto que estaba muy bien, en compañia de los otros melones, y que el mismo era un melon.../ Que estaba muy contento de ser melon y que ahi se iba a quedar en el mercado muchas gracias y ojala nadie me compre.
Lo que le paso es que los acidos se absorven por la piel, asi que nuestro joven heroe se volvio loco. La historia no nos dice si se quedo melon para siempre, si se le quito lo loco con el tiempo o si se transmuto en otra fruta. La moraleja de la historia les toca a ustedes decidirla, Lo importante es que a partir de ahi, cada que veiamos a alguien que se viajaba con acidos, deciamos, "se puso bien melon".
otro dia les cuento la historia del Ahuacate
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